La historia de un título

Hoy vengo con una entrada diferente a las que suelo hacer que no tiene nada que ver con el maquillaje.
Me apetecía simplemente contaros el por qué el nombre de Lunaria está tan vinculado a mí. Hace algo más de dos años, en mi otro blog (que de momento está en barbecho) hice una entrada bajo este mismo título y casi he copiado lo que en él conté aquel día. Cuando decidí empezar con éste tenía muy claro que mi nombre iba a ser el mismo, así que os dejo con esta pequeña historia del título.

De mi infancia, recuerdo infinidad de momentos que guardo con mucho cariño. Entre ellos, pasar las horas en compañía de mi madre y mi abuela en el gran patio de casa haciendo ramos de flores de lunarias.

Las lunarias son unas plantas muy delicadas y que requieren muchos mimos. En sí no son nada espectaculares, pues su flor es minúscula, pero cuando se secan, se deshojan con cuidado y aparece una bonita hoja de nácar (las he visto a menudo en el Corte Inglés, pero de plástico).

Cuando mi abuela nos dejó, muchas de las plantas se secaron y las lunarias, se perdieron.

Multitud de veces, comenté a mi madre el deseo de volver a tenerlas y hace 6 años ese deseo se hizo realidad.

De casualidad una tarde vi las semillas en un sobre en un vivero. Sólo quedaba uno, así que ante mi asombro no dude en comprar y sembrar rápidamente.

Las lunarias florecieron y pude hacerme con un ramo y guardar semillas para otra siembra.

Fue bonito y triste revivir con mi madre aquellas tardes mientras hacíamos los ramos, porque las lunarias habían vuelto, pero nos faltaba  esa viejita de pelo blanco ondulado que tanto queríamos.